domingo, 15 de marzo de 2009

REPORTE DE LECTURA

¿QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO?

EDITOR: ROWLAND, ROSE
ÉRASE UNA VEZ un país muy lejano en el que vivían cuatro personajes. Todos corrían por un laberinto en busca del queso con que se alimentaban y que los hacía felices.
Dos de ellos eran ratones, y se llamaban Oliendo y Corriendo (Oli y Corri para sus amigos); los otros dos eran personitas, seres del tamaño de los ratones, pero que tenían un aspecto y una manera de actuar muy parecidos a los de los humanos actuales. Sus nombres eran Kif y Kof.
Debido a su pequeño tamaño, resultaba difícil ver qué estaban haciendo, pero si mirabas de cerca descubrías cosas asombrosas.
Tanto los ratones como las personitas se pasaban el día en el laberinto buscando su queso favorito.
Oli y Corri, los ratones, aunque sólo poseían cerebro de roedores, tenían muy buen instinto y buscaban el queso seco y curado que tanto gusta a esos animalitos.
Kif y Kof, las personitas, utilizaban un cerebro repleto de creencias para buscar un tipo muy distinto de Queso -con mayúscula-, que ellos creían que los haría ser felices y triunfar.

Con el tiempo, siguiendo cada uno su propio método, todos encontraron lo que habían estadobuscando: un día, al final de uno de los pasillos, en la Central Quesera Q, dieron con el tipo de queso que querían.
A partir de entonces, los ratones y las personitas se ponían todas las mañanas sus prendas deportivas y se dirigían a la Central Quesera Q. Al poco, aquello se había convertido en una costumbre para todos.
Oli y Corri se despertaban temprano todas las mañanas, como siempre, y corrían por el laberinto siguiendo la misma ruta.
Cuando llegaban a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas y se las colgaban del cuello para tenerlas a mano en el momento en que volvieran a necesitarlas. Luego, se dedicaban a disfrutar de queso.
Al principio, Kif y Kof también iban corriendo todos los días hasta la Central Quesera Q para paladear lo nuevos y sabrosos bocados que los guardaban.

Las personitas se sentían felices y contentas, pensando que estaban a salvo para siempre.
No tardaron mucho en considerar suyo el queso que habían encontrado en la Central Quesera Q. Y había tal cantidad almacenada allí que, poco después, trasladaron su casa cerca de la central y construyeron una vida social alrededor de ella.
Para sentirse más a gusto, Kif y Kof decoraron las paredes con frases e incluso pintaron trozos de queso que los hacían sonreíR.


SARA ARLIN HEREDIA ZAMORA

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